Madres mexicanas y vivienda: entre la carga del cuidado y el derecho al patrimonio

Un vistazo a la situación habitacional a partir de su realidad laboral y económica

En México, ser madre implica mucho más que la crianza: también significa enfrentar mayores obstáculos para acceder a una vivienda digna. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), siete de cada diez mujeres de 15 años o más eran madres. De ellas, tres de cada diez también eran jefas de hogar, lo que indica que más de 11.5 millones de mujeres no solo se encargan del cuidado del hogar, sino también de su sostenimiento económico.

Baja participación económica, ingresos limitados

Solo el 46.1 % de las madres mexicanas de 15 años o más participa en el mercado laboral, lo que limita sus posibilidades de acceder a crédito o ahorro para vivienda. A pesar de ello, muchas de ellas trabajan bajo condiciones que reflejan desigualdad económica. Casi la mitad de las madres trabajadoras jefas de hogar gana apenas un salario mínimo, mientras que un 31.3 % recibe entre uno y dos salarios mínimos. Este ingreso, en la mayoría de los casos, no alcanza para cubrir un crédito hipotecario o una renta estable, especialmente en zonas urbanas.

El número de hijos también incide directamente en el ingreso. El 68.1 % de las madres con seis o más hijos gana solo un salario mínimo, en comparación con el 39.4 % de quienes tienen una o dos hijas o hijos. Este dato revela que entre mayor es la carga familiar, menor es la posibilidad de mejorar la situación habitacional.

Acceso limitado al empleo y barreras estructurales

Además, más de 2.6 millones de madres que no trabajan expresaron tener el deseo o necesidad de hacerlo, pero más de la mitad (54.1 %) no puede debido a la falta de redes de cuidado infantil o de personas dependientes. Esta situación perpetúa el círculo de dependencia económica y precariedad en el hogar.

La ENASIC 2022 confirma que el 86.3 % de la atención a niñas y niños de 0 a 5 años recae en la madre, lo que limita su tiempo para actividades productivas y su inclusión en el sistema financiero formal, elemento clave para el acceso a créditos de vivienda.

¿Qué significa esto en términos de vivienda?

Todo este panorama demuestra que, para muchas madres mexicanas, el acceso a una vivienda propia no es solo un objetivo financiero, sino una necesidad estructural profundamente condicionada por factores de género: ingresos bajos, responsabilidades de cuidado no remuneradas y menor acceso a empleos formales.

Día con día, millones de madres enfrentan el doble desafío de cuidar y sostener, pero lo hacen con recursos limitados. Por ello, los programas de vivienda en México deben tener una perspectiva de género más clara, que contemple subsidios, esquemas flexibles de crédito, acceso a vivienda en zonas bien conectadas y políticas de cuidado integradas que permitan que ellas también puedan construir patrimonio.

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