Guadalajara está viviendo un momento estratégico: la llegada de inversiones por la relocalización de cadenas productivas (nearshoring) ha puesto a la ciudad bajo el reflector de desarrolladores, inversionistas y empresas. Este fenómeno no solo traerá más empleos, sino también un incremento acelerado en la demanda de vivienda, en una metrópoli que ya enfrenta un déficit importante.
Un déficit que ya existe
Actualmente, Jalisco reporta un déficit considerable en vivienda social. De acuerdo con el Infonavit, mientras hay 16,700 viviendas en construcción, más de 830 mil trabajadores podrían acceder a un crédito, pero no encuentran opciones viables. Este desequilibrio se agudiza ante la llegada de empresas y trabajadores del extranjero o de otras regiones del país.
Ernesto Bermúdez Monroy, coordinador de la sección Inmobiliarias de la Cámara de Comercio de Guadalajara, advirtió que el nearshoring aumentará la presión sobre el mercado habitacional: “Si hoy traemos un déficit, esto va a provocar uno mucho mayor, pero también representa una gran oportunidad para el negocio de la vivienda”.

¿Quién busca vivienda en Guadalajara?
El perfil del comprador actual es de un nivel socioeconómico B+, con ingresos superiores a los 35 mil pesos mensuales, y se interesa principalmente por viviendas nuevas en el rango de 3 a 6 millones de pesos. Sin embargo, el 60% de la demanda corresponde a renta, mientras que el 40% busca compra, un dato clave para definir estrategias de desarrollo.
En total, la ciudad cuenta con aproximadamente 300 proyectos inmobiliarios activos, muchos de los cuales apuntan a nuevos formatos de vivienda funcional y compacta, como los desarrollos tipo “microdepartamentos” con servicios integrados. Estos modelos, pensados inicialmente para estudiantes y jóvenes profesionistas, podrían convertirse en la norma ante los cambios que trae consigo el nearshoring.
Adaptarse al nuevo mercado
La adaptación será fundamental. La velocidad con la que el nearshoring transforma las dinámicas urbanas y laborales implicará que los desarrolladores inmobiliarios comprendan mejor las nuevas necesidades: espacios habitacionales más eficientes, proyectos mixtos, conectividad y cercanía con zonas industriales o tecnológicas.
El tiempo promedio para concluir un desarrollo inmobiliario oscila entre 24 y 36 meses, por lo que anticiparse a estas tendencias será clave. El mercado ya no solo exige vivienda, exige soluciones habitacionales integrales.
Guadalajara se encuentra en la antesala de una transformación profunda impulsada por el nearshoring. Para que esta transformación sea sustentable, será indispensable que el sector inmobiliario actúe con visión estratégica, combinando innovación, planeación urbana y accesibilidad. Porque más que construir vivienda, se trata de construir ciudad.